Capítulo VIII
La Tradición Hermética y la mujer, hoy



Portada del número 27-28 de la revista SYMBOLOS (2004) dedicada íntegramente al tema femenino


Como se ve las utopías y la Tradición Hermética han sido primeras y fundamentales en cuanto a la equiparación entre hombres y mujeres, y sobre todo en cuanto a considerar a la mujer apta para el conocimiento y la metafísica, lo que equivale a decir para el más alto destino posible tocante al ser humano.
(Federico González. La mujer y las Utopías del Renacimiento)


Estas páginas han permitido que salieran a la luz los nombres, las vidas ejemplares, las enseñanzas y las producciones de algunas mujeres insignes y también de muchas otras anónimas que indiscutiblemente han sido herederas y transmisoras vivas de la Tradición de Hermes en diversos tiempos y espacios geográficos de Occidente. Las arcas del tesoro continúan repletas de testimonios que quizás tendremos oportunidad de rescatar en otro momento, con lo cual brillará, si cabe con más esplendor, un camino espiritual jalonado por todos los varones y las hembras que han encarnado las energías de los dioses y las diosas desde el origen de los tiempos hasta la actualidad. Pero con lo apuntado en el presente volumen creemos haber ofrecido unas pistas suficientes para conducir al interesado en la búsqueda interna a una lectura sagrada de la historia, en esta ocasión de la mano de féminas occidentales vinculadas a su tradición.


Nuestra intención en este último capítulo es destacar la vigencia y actualidad de la Tradición Hermética, así como la posibilidad que aún se brinda tanto a las mujeres como a los hombres de recibir y efectivizar la Iniciación en los Misterios.


Desde el Renacimiento, esta corriente de pensamiento se ha ido recubriendo de velos y se ha ocultado para protegerse ante los ataques y el rechazo cada vez más feroz del mundo moderno hacia todo lo que es de orden espiritual, esto es, esotérico e interior255. Pero hacerse invisible no significa desaparecer.


Lo más pequeño es lo más poderoso,


dice una máxima hermética, y es gracias a esa cualidad dúctil, versátil y etérea de la impronta de Hermes que su mensaje liberador ha llegado inalterado en esencia hasta las puertas de este milenio recién estrenado. Desde el siglo XV, los hombres y las mujeres de conocimiento y todos aquellos seres que bajo una forma intelectual o bien popular se han abierto al influjo espiritual del dios mensajero e intermediario, han tenido que agudizar la perspicacia para no sucumbir en el desorden y desconcierto que se ha ido apoderando de la mentalidad de los pueblos de Occidente, además de tener que sortear el acecho letal del racionalismo, del materialismo, del individualismo y de la multiplicidad arrolladora. Nos percatemos o no, los humanos de esta sociedad post-industrial, tecnológica y mecanizada son los más ignorantes y enfermos de cuantos han pisado el planeta, aún y sus pretensiones de creerse los más evolucionados e inteligentes por sus espectaculares logros experimentales y tecnológicos, que por supuesto no negamos, pero que no consideramos un paradigma de mayor saber. Al haber cortado todo vínculo con las ideas generadoras y regeneradoras, sus luchas y conquistas se ubican únicamente en un plano rasante, individual y grosero que no sale del dualismo y que no hace sino agudizar la división y la disolución.


Damas y caballeros casi han dejado de ser compañeros de camino, y más bien se han librado a una batalla encarnizada por conseguir igualdades de derechos y deberes en un plano horizontal, olvidando que


la igualdad hombre-mujer no se da en base a planteamientos personales y de profesión, sino que se produce por ser ambos hijos del Dios y de la Diosa primigenios (Urano y Gea por ejemplo, entre los griegos), y poseer ambos un reflejo, aunque fuera invertido, pero suficiente, de la chispa divina, para pasar ellas a ser candidatas al Conocimiento, es decir herederas de la Sabiduría para lo cual toda valoración profana e historicista es sólo un aspecto secundario del asunto.


Mientras hombres y mujeres no encontremos la unión en el Conocimiento que prodigan dioses y diosas y no podamos mantener la imagen de la unidad del Cosmos, cada vez serán más irreconciliables los sexos, opuestos pero sin conjunción, enfrentados el uno con el otro, pese a las necesidades de todo tipo que no podrán solucionar conjuntamente. Lo cual significa la mayor fragmentación cósmica, donde ninguna armonía será ya posible. No hay primacía del hombre sobre la mujer desde el punto de vista de la Tradición Hermética en cuanto al Conocimiento se refiere. Las diferencias son culturales y por lo tanto en otros ciclos históricos la situación no ha sido "favorable" al hombre sino a la mujer, lo cual no quita ni pone nada desde el punto de vista esencial; son pues cuestiones secundarias que no tienen por qué afectar a las damas que se entregan a la Ciencia Sagrada; las que harían bien en tomar a sus dificultades y las pruebas que les tocan en el camino del Conocimiento como distintas a las de los varones en lugar de dejarse desanimar por situaciones que nada tienen que ver con lo principal
256.


El panorama que se le presenta a la mujer contemporánea inquieta e interesada en esta aventura del Conocimiento no es nada fácil. A poco que haya indagado en el "supermercado" de lo que pretende ser iniciático y esotérico se habrá encontrado con un surtido de productos diversos que no pasan de ser parodias más o menos refinadas o groseras de la verdadera espiritualidad.


Nos referimos en primer lugar a todos los grupos y sectas que se engloban dentro del movimiento New Age, el cual usa en sus más variadas formas algunos elementos o símbolos tradicionales, los maquilla y adultera mezclándolos con los avances técnicos y mecánicos y crea una especie de ambiente purista, desodorizado, por momentos sofisticado, y hasta kitsch o dulzón en el que "el" o "la atrapada" da rienda suelta a sus más grandes fantasías, delirios y egos sin poder trascender los límites de su individualidad, pues lo que se le ofrece no es una vía espiritual sino un consuelo muy burdo para su alma angustiada o desorientada.


Otro tipo de error es el promovido por los movimientos ocultistas, teosofistas y espiritistas, los que también tergiversan y falsifican aspectos doctrinales y dirigen toda su atención a la manipulación de energías psíquicas muy densas y disolventes que, al no ser transmutadas y al ponerse al servicio de la dualidad y de la antiespiritualidad, pueden resultar totalmente destructivas tanto para los "cabecillas" como para sus seguidores. Igualmente proliferan cada vez con más intensidad miles de falsos maestros, charlatanes y embaucadores con distintos atractivos y pretendidos poderes especiales –que si los tienen son sólo mentales o ceñidos a lo particular– que dicen estar conectados con energías extraterrestres o inframundanas, que leen las manos, las auras, e inventan oráculos y hasta los vaticinan a través de los medios de comunicación, prometiendo viajes siderales o infernales a vidas pasadas o futuras, haciendo creer al incauto que antaño fue un gusano y mañana será un astronauta en Marte, siendo su intención la de acaparar poder personal en cualquiera de sus modalidades, o en el peor de los casos, ponerse al servicio de fuerzas muy oscuras y contratradicionales.


No olvidemos tampoco a los mercaderes ignorantes que importan atuendos, músicas, ceremonias y símbolos gráficos, gestuales o sonoros de otras tradiciones lejanas y antiguas que aún conservan su vigor pero que en manos de estos individuos (ya sean occidentales u orientales desviados imbuidos de una mentalidad profana) devienen un escaparate sin fondo o una parafernalia vacía de contenido que a lo sumo tiene efectos tranquilizadores o excitantes en el plano emocional y sentimental de los devotos seguidores, ávidos de experiencias novedosas y exóticas.


Por no denunciar a los que reinventan ritos iniciáticos de culturas desaparecidas, o bien tratan de restaurar formas tradicionales muertas, lo cual es uno de los errores más graves desde el punto de vista sagrado, ya que en primer lugar el ser humano no inventa los ritos, sino que éstos le son revelados o los descubre en la trama del universo, y en segundo lugar, la regularidad de una cadena iniciática viene dada por su transmisión ininterrumpida en el tiempo, de tal manera que si esa forma murió es que cumplió su misión y una nueva tomó el relevo.


Otros personajes, burócratas universitarios, intentan acceder al Conocimiento y convencer a sus alumnos a través de la erudición, de los estudios librescos, de la colección de graduaciones o de tesis doctorales, y creen que siguiendo una carrera de cursillista eterno alcanzarán la plenitud del saber, cuando como mucho sufrirán un empacho de grandes proporciones y realizarán una acumulación de datos estéril desde el punto de vista de la efectivización espiritual.


En el plano más efímero, otra onda bien curiosa es la moda de cierta "literatura" de consumo (de usar y tirar) con pretensiones históricas o de investigación rigurosa, que tan pronto lanza series y colecciones sobre ángeles, hadas o gnomos como ataca con el desvelamiento de los códigos secretos de las catedrales, de los monjes templarios, de los maestros y sabios renacentistas o de la corte del rey Arturo, apañando unas tramas en las que a partir de ciertos datos o personajes verdaderamente tradicionales vierten toda una serie de especulaciones y mentiras, cuando no meras sandeces, que atraen poderosamente a la multitud pero la conducen a un callejón sin salida, ya que tales producciones no conectan con el eje vertical y liberador que señala la doctrina sino sólo con algunos de sus pálidos reflejos. Además, sus argumentos, al estar teñidos por el ensueño y las fantasías del escritor, dejan al lector en la incertidumbre y la intriga por unos misterios que nunca llegan a desvelarse, y que en caso de hacerlo se decodifican siempre a un nivel racional o muy materializado.


No intentamos ofrecer un recuento exhaustivo de los movimientos y grupos desviados o antitradicionales que proliferan en el mundo moderno, pero sí quisiéramos recordar que


todos ellos tienen algo fundamental en común que los identifica de inmediato: la creencia –consciente o no– en un espiritualismo material, es decir la necesidad de que sus prácticas se relacionen con situaciones personales y sus necesidades en el nivel más bajo e individual. Dentro de este planteo caben numerosos movimientos pseudorreligiosos, o religiosos, con la distinción de que estos últimos no pretenden ningún esoterismo, sino solo la salvación de sus fieles en otro mundo257.


En cuanto a la religión es claro que su alcance es únicamente exotérico, con el agravante de que hoy en día incluso esta faceta se está desacralizando, y se encamina a los feligreses hacia obras sociales, filantrópicas, políticas, o bien hacia luchas de poder personal, marcando unos dogmas rígidos, una moral siempre cambiante y con demasiada frecuencia hipócrita, e imprimiendo unos toques de sentimentalismo en todas sus acciones que rozan la más vulgar sensiblería. Además, las facciones más extremas de las religiones vivas del planeta (sobre todo del Islam desviado e invertido y del catolicismo ultraconservador) están totalmente fanatizadas y enroladas en una guerra258 de terror y odio sin precedentes y de consecuencias muy disolventes para esta humanidad.


Por otra parte, y esto es lo más grave, dentro de estas religiones aparecen también ciertos personajes, grupos o entidades que usurpan algunos símbolos o aspectos doctrinales esotéricos que en nada alcanzan a comprender y los rebajan al ámbito de lo devocional y dual, otorgando a la práctica de los ritos y normas exotéricas un carácter iniciático que nunca podrían tener, con lo cual confunden lo espiritual con lo anímico y coartan la penetración de los altos conocimientos del Cosmos, de su Principio y la posibilidad de experimentar lo metafísico. Estos "tradicionalistas" emponzoñan la conciencia y la conducen a estados infrahumanos, reducen a parámetros limitados la vastedad de los conocimientos que se les escapan, falsifican y parodian lo espiritual y atacan a todo lo que les sobrepasa, actuando como agentes no ya tan solo de la antitradición sino de la contrainiciación; sin embargo, en su estulticia, ignoran que su reinado será muy efímero y que su batalla particular está perdida desde el principio259. En palabras de René Guénon,


… el aparente triunfo de la "contra-tradición" sólo será pasajero y ésta será destruida, precisamente en el momento en que aquél parezca más completo, por la acción de unas influencias espirituales que habrán de intervenir entonces para preparar inmediatamente el "enderezamiento" final260
,


porque en realidad y ciertamente nada puede oponerse al Espíritu, inafectado por cualquier contingencia y sin ninguna traza de dualidad en sí mismo.


Abriendo puertas


En medio de tal caos y confusión se estaría tentado de creer que actualmente ha desaparecido todo rastro de pensamiento tradicional. Pero lo cierto es que aún despuntan algunos faros luminosos. Para empezar, son varios los autores e instituciones que desde diversos encuadres y perspectivas han difundido y difunden enseñanzas esotéricas entroncadas con la Ciencia Sagrada, tal el caso, por ejemplo, de las obras de Alan Watts, Ananda Coomaraswamy y Joscelyn Godwin, o las investigaciones promovidas por el War-burg Institute, en cuyas filas encontramos a estudiosos como Wind, Panofsky, Frances Yates, etc. que han reactivado con fuerza la corriente del Hermetismo. También toda la labor de Gershom Scholem en cuanto a la Cábala judía se refiere, así como la de Charles Mopsik, Aryeh Kaplan y Moshe Idel, que han sacado a la luz muchas de las enseñanzas y los escritos cabalísticos que "dormían" en bibliotecas.


Por otra parte también queremos mencionar la iniciativa emprendida por diversas editoriales261 ya sea del ámbito anglosajón, francófono e hispano-americano que se han dedicado a recopilar y publicar los textos fundamentales de la Tradición Hermética y de sus sabios, inaugurando bellas y serias colecciones sobre las ciencias herméticas como la Alquimia, Astronomía, Numerología, Geometría, así como el Arte en general, contribuyendo de esta manera a acercar al gran público una serie de textos, documentos o manuscritos reservados hasta entonces a investigadores expertos, cuando en realidad esta literatura es un legado para toda la humanidad, que por su propia naturaleza huye de la erudición y la especialización.


También valorizamos el acceso en los últimos años a los catálogos y fondos de muchas bibliotecas universitarias o institucionales a través de internet, y la posibilidad de consultar los muchos libros antiguos que se han digitalizado, lo que facilita el estudio de todos esos escritos sapienciales de nuestra cultura, además de la actividad específica de ciertas instituciones que coleccionan dichos volúmenes y tratados y los ponen a disposición de los interesados, como es el caso de la J. R. Ritman Bibliotheek de Amsterdam.


Siguiendo con esta andanza, harto general, queremos ahora detenernos en la labor de la revista SYMBOLOS y de la editorial que lleva el mismo nombre, pues consideramos que su línea de difusión y testimonial es lo más completo, actual y vivo de la Tradición Hermética en las coordenadas en que nos movemos. Desde hace más de 15 años la revista difunde el pensamiento hermético libre de envaramientos, pero con rigor y autenticidad. En los primeros tiempos aparecían dos volúmenes coincidiendo con los solsticios, para pasar luego a partir del Nº 9-10 a tomar la forma de un ejemplar monográfico anual. Desde la primera entrega quedó expresada de forma clara y rotunda su intención262:


Ciertas coordenadas, muchas de ellas imprevistas, han decidido la aparición de esta publicación, planeada para ver la luz en 1993. Sin embargo los miembros del Consejo de Redacción trabajan conjuntamente desde 1980, conformando un grupo que se constituyó de una manera espontánea, unido en la identidad de un pensamiento que ha tomado como a su vía a la Simbólica, presente en todos los tiempos y lugares, en particular la de la Tradición Hermética, concretamente aquella ligada al simbolismo Constructivo, y por lo tanto a la Alquimia como Ciencia, Arte y Filosofía de la transmutación. Esta doctrina de tipo cosmogónico, como soporte de la ontología y la metafísica, tiene sus equivalentes en otras tradiciones universales, y todas son ramas válidas de la Filosofía y Cosmogonía Perennes. Por lo que en esta revista se presentará especial interés al conjunto de las formas tradicionales o religiones comparadas, reflejos de la Tradición Primigenia.


Pues si bien nuestra filiación tradicional es perfectamente clara, neta y regular, y señalada como medio especialmente apropiado por nuestro guía permanente, René Guénon, muchos de los integrantes del equipo de SYMBOLOS han investigado en otros caminos de Conocimiento.


SYMBOLOS no se limitará a publicar los trabajos de los miembros de su Consejo de Redacción. Por el contrario, está abierta a todo tipo de corriente de pensamiento tradicional y a todos los escritores cuya búsqueda en lo simbólico, cosmogónico, metafísico, esotérico y artístico les ha llevado al encuentro de la Filosofía Perenne, a los cuales se les invita a participar en estas páginas.


Tal ideario impreso en la carta editorial del primer volumen se ha hecho realidad en cada una de las entregas. La revista ha ido publicando artículos sobre las distintas disciplinas de la Ciencia Sagrada, atendiendo al simbolismo hermético-alquímico y cabalístico, al arte sagrado, al simbolismo constructivo, así como a los símbolos, ritos y mitos de las civilizaciones del otro lado del Atlántico, las precolombinas, destacando los puntos concordantes con otras formas tradicionales del planeta herederas de la Tradición Primordial. En sus páginas siempre se han incorporado grabados e ilustraciones de la rica iconografía espiritual de las culturas fecundadas por el influjo de Hermes, pues se considera que lo visual tiene un papel muy importante para la transmisión de las ideas. Se han recuperado escritos de autores clásicos o antiguos altamente significativos, algunos de ellos no traducidos todavía al castellano. Además, en todos los volúmenes se hace referencia a la obra y la labor del metafísico francés René Guénon, al que se reconoce como un guía intelectual, el cual realizó en el siglo XX una síntesis y vivificación magistral de la doctrina universal referida siempre a los Principios y a su concreción en las distintas formas tradicionales, contribuyendo además a recordar la importancia de la Cosmogonía como soporte para la intelección del Ser Universal y de la Metafísica, y denunciando también todos los errores, mentiras e inversiones que realiza el mundo moderno respecto de todo legado tradicional, así como esclareciendo lo que queda de verdaderamente espiritual en nuestro entorno. Es por estas razones que el volumen 9-10 de SYMBOLOS estuvo dedicado íntegramente a René Guénon y su obra universal, siendo tanto el material recibido que más adelante, con ocasión del cincuentenario de su muerte, se publicó el Nº 23-24 en el que a lo largo de 711 páginas se abordó la vigencia y actualidad del legado providencial del metafísico francés. Siguiendo con la temática de las otras entregas diremos que la Nº 11-12 versa sobre la Tradición Hermética, con artículos como "Hermetismo y Cábala 'Cristiana'", "Hermes", "Anales del Colegio Invisible", "Los Libros Herméticos", "La Tradición Viva: Nicolás de Cusa", "Apuntes Herméticos", "La Iniciación Hermética y René Guénon" y un interesante grupo de notas y reseñas bibliográficas alrededor de esta temática. El volumen 13-14 se refiere en su totalidad a la Masonería, incluyendo estudios e investigaciones que rescatan la verdadera esencia de esta organización iniciática de Occidente, aportando igualmente documentos antiguos inéditos o no traducidos al castellano, y abundando en reseñas de libros, de revistas y de ediciones musicales sobre el tema, así como dedicando un espacio a la masonería femenina. A continuación, aparecen cuatro tomos (más de 1.500 páginas) centrados por entero en la Ciclología o doctrina de los Ciclos Cósmicos y en su expresión dentro de las diversas ramas tradicionales, al igual que en su vigencia y actualidad como soporte para la comprensión del universo. En el año 2003 se publica en la revista un valioso material que con anterioridad se difundió por correo como un curso de universidad a distancia y que posteriormente estuvo accesible en la red por espacio de varios años. Se trata de un programa didáctico de enseñanza tradicional denominado "Introducción a la Ciencia Sagrada" –citado varias veces en esta obra– sobre el que nos detendremos más adelante dada su gran importancia. En el 2004, la revista edita un monográfico titulado "Lo Femenino - La Mujer", número consagrado a la simbólica de la corriente pasiva, oscura y negativa del cosmos, siempre complementaria de la positiva, masculina y luminosa y en el que se ofrece una visión amplísima de la simbólica de lo femenino desde el punto de vista sagrado, al igual que de la presencia y la función de la mujer en la historia de las ideas. Y en el 2005 se publica el número titulado "Celebraciones" en el que se recoge y sintetiza la significación y trascendencia de la aparición de toda esta obra editorial y existencial referida exclusivamente a la doctrina y a la vigencia de la Ciencia Sagrada en medio del tiempo crepuscular y tremendamente atribulado que nos está tocando vivir. Recientemente, ya en el 2007, se ha publicado un volumen dedicado a la Geografía e Historia Sagrada.


En muchos volúmenes de SYMBOLOS se han editado artículos de colaboradores reconocidos en cuanto al estudio de la simbólica y el esoterismo se refiere, como son Joscelyn Godwin, André Bachelet, John Deyme de Villedieu, así como textos, correspondencia y documentos –inéditos en nuestro idioma unos, e incluso en cualquier lengua otros– de René Guénon, Ananda K. Coomaraswamy, masónicos, etc. Asimismo, la revista siempre ha concedido un espacio para la difusión de escritos de autoras263 interesadas en investigar y vivir la Vía Simbólica. En sus artículos abordan aspectos diversos de la doctrina, y muchos de ellos hacen hincapié en el tema de la iniciación de la mujer en Occidente, despejando errores, dudas y abriendo puertas en la más rigurosa regularidad iniciática.


Por otra parte, en numerosos volúmenes de la revista se ha publicado una sección dedicada a la reseña de libros y revistas de temática esotérica, labor economizadora dado el poco tiempo que se dispone hoy en día para leer todo lo que se publica de interesante sobre estas cuestiones, además de proporcionar pistas sobre materiales y documentación fidedigna para el estudio y la investigación que cada cual desee emprender. También se han divulgado noticias acerca de eventos, conferencias, exposiciones, simposios, viajes, etc., relacionados con la actualidad de la Ciencia Sagrada, con lo que el lector puede ir adquiriendo una clara idea de la pervivencia, vastedad, riqueza e ímpetu de la Tradición Hermética y de las
muchas voces que aún se hacen eco de ella, nombrando los autores y fuentes veraces y distinguiéndolas de las fraudulentas e invertidas. Porque SYMBOLOS también ha denunciado incansablemente todos los errores que pululan alrededor de la espiritualidad y que intentan parasitarla o ahogarla, desde los sectarismos cada vez más proliferantes a las pseudo-iniciaciones, pasando por la antitradición y la ya muy extendida contratradición en sus muy variadas formas, aclarando además la enorme confusión entre la religión y la metafísica en la que muchos occidentales han caído. O sea, que en todo momento se ha proclamado con claridad lo que es y se ha denunciado lo que no es. Se ha trillado el grano de la paja. Se ha expresado la doctrina tal cual es y simultáneamente se ha desenmascarado la falsificación y la traición.


SYMBOLOS también está presente en el medio cibernético desde hace mucho tiempo, facilitando a los internautas del planeta el hallazgo de unas páginas inusuales por su contenido, seriedad y profundidad, las cuales testimonian un patrimonio intemporal pero encarnado en el tiempo. En su página electrónica264, publica textos de la revista impresa y otros documentos y artículos inéditos de gran interés; además, existe un anillo de páginas con las que se vincula que ofrecen un panorama fértil y polifacético de la Ciencia Sagrada en nuestros días, armando entre todas ellas un gran bastión intelectual.


Las posibilidades de difusión de esta herencia supranatural no se han agotado con el abanico multicolor de la revista (ciertamente, pues cada tomo es de un tono distinto) y la adición del material internáutico, sino que la editorial que lleva el mismo nombre, ha publicado libros monográficos sobre símbolos o aspectos de la doctrina altamente significativos.


Asimismo, el director de la revista también ha publicado otras obras en distintas editoriales españolas y americanas, aportando cada una de ellas un matiz, desarrollando una faceta de la Ciencia Sagrada y abriendo puertas a la investigación y sobre todo a la vivencia interna del símbolo y del mito, para mostrar que el contenido de la Vía Simbólica es inagotable, fructífero, y un puente hoy casi imprescindible hacia la anhelada fusión con el Espíritu. Destacamos en primer lugar En el Vientre de la Ballena: Textos alquímicos265, pequeño opúsculo que a lo largo de 86 capítulos breves revela las claves de la alquimia espiritual, expresando las etapas de este proceso interno a través de variadas y multicolores imágenes que se fijan con un lenguaje directo y rotundo fruto de la experiencia en la búsqueda y la realización interna. Sigue El Tarot de los Cabalistas266, obra que nos descubre el simbolismo de este juego de naipes –actualmente tan desvirtuado y empleado pésimamente por charlatanes de poca monta– que fue concebido por los sabios alquimistas de la Edad Media como un libro visual en el que éstos sintetizaron enseñanzas cosmogónicas, numéricas, astrológicas, etc., directamente relacionadas con la cábala hebrea y el modelo del Arbol de la Vida, con el fin de proporcionar un compañero de viaje en apariencia inocente y simple, pero profundo y de gran contenido intelectual, de cara a la conquista e intelección del Universo y de su Principio. Y siguiendo con esa intención de transmitir las diversas modalidades de un discurso único a través de las muchas formas que adopta la Tradición de Occidente, se arma un nuevo libro en el año 1989 titulado Los Símbolos Precolombinos, reeditado recientemente en una versión revisada y profusamente ilustrada267. En esta obra se rescata la simbólica de los pueblos y civilizaciones que emergieron al otro lado del Atlántico y que erigieron unas culturas arraigadas en el pensamiento tradicional, dando lugar a unas construcciones arquitectónicas poderosas, unos códices, unos calendarios cosmogónicos, unas artes y una organización social que revelaban al Ser universal bajo un ropaje singular pero idéntico en el fondo al de cualquier otra tradición auténtica. El autor nos acerca a los códigos, formas, usos y costumbres de unos pueblos y unas culturas muy mal entendidos y aún menos respetados, pero cuyo legado convenientemente aprehendido revela un mundo de esplendores y de alabanza permanente de lo eterno. Otra vertiente de la doctrina es la que aborda en Esoterismo siglo XXI: En torno a René Guénon268, obra que constituye una auténtica defensa de la Tradición y una flecha que hace diana en las múltiples cabezas de la hidra contrainiciática, al tiempo que es un canto a la Verdad y a la fuente fidedigna de la Sabiduría que René Guénon sintetizó para el ser humano occidental del siglo XX y que el autor contemporáneo ha reactualizado para el del siglo XXI. Hermetismo y Masonería: Doctrina, historia, actualidad269, da fe de la cadena inmemorial de sabios, poetas, alquimistas, astrólogos, médicos, filósofos, guerreros, artesanos, constructores, vates, magos, sacerdotes y teúrgos, así como damas, reinas, curanderas, escritoras, maestras, comadronas, amas de casa, etc., que desde el antiguo Egipto, pasando por el esplendor Alejandrino y su irradiación a todas las tierras del Mediterráneo, fueron pasando el testigo de la doctrina universal revelada por el dios mensajero en una carrera que no se ha interrumpido hasta ahora y que está marcada por las múltiples señales de un vigor permanentemente renovado, ya sea a través de las distintas organizaciones iniciáticas que han ido vehiculando la influencia espiritual en Occidente, o bien por intermedio de los libros sapienciales inspirados, o mediante el esplendor de las artes y artesanías, o por la vía de construcciones, jardines, viajes y de todas sus simbólicas, muchas de las cuales han quedado recogidas en la Masonería. Finalmente, Las Utopías Renacentistas: Esoterismo y símbolo270, nos propone un paseo mágico, real y extraordinario –no como simples lectores o espectadores sino como protagonistas de excepción–, por esas concepciones ideales del pensamiento que emergieron a partir del Renacimiento y que nos fueron transmitidas por boca de Tomás Moro, Campanella, Andreae, Bacon, los Manifiestos Rosacruz, los diarios de Cristóbal Colón, los Diálogos de Amor de León Hebreo, los tratados geométricos de Luca Pacioli, el mundo audiovisual de Michael Maier o los estudios musicales de Robert Fludd, etc., testimonios todos ellos de los mundos o planos del ser universal, siempre presentes y presentidos aunque no reconocidos por su invisibilidad, y de los que todos los sabios han dado fe, quienes con el rito de su actualización completan a cada instante la obra creacional, haciendo que el ser humano asuma el papel intermediario que siempre ha tenido asignado en el plan del Universo.


A toda esta difusión a través del libro, se agrega la enseñanza directa por muchas ciudades de Centro y Sudamérica, así como en otras del viejo continente, en las que el director de SYMBOLOS ha impartido conferencias, seminarios, charlas y entrevistas televisivas o radiofónicas para legar a viva voz todo este caudal fecundo. También ha fundado diversos Centros de Estudios Simbólicos en distintos puntos del Nuevo Continente y de la península Ibérica, y aquéllos núcleos en los que las semillas echaron raíces, crecieron y fructificaron, no han dejado de hacerse eco y promover la transmisión de la Ciencia Sagrada a través de cursos, talleres, lecturas, presentaciones de libros, viajes, exposiciones, etc., perseverando en una misión que no por poco comprendida o reconocida por la in-mensa mayoría de la población deja de tener una función intelectual trascendental en cuanto a la transmisión de las ideas vertebrales de nuestra cultura.


El Programa Agartha


Al reunir en este capítulo toda esta información damos testimonio de un corpus doctrinal actualizado y vigente sobre la Ciencia Sagrada que se encuentra al alcance de cualquier mujer o varón interesado en la búsqueda de su verdadera identidad. Se trata de un bagaje simbólico y mítico que convenientemente utilizado, estudiado y vivificado, puede constituir un soporte para realizar la labor interna de transmutación del alma, y ello en pleno siglo XXI. A cada cual corresponde acoger o desechar tales herramientas. La elección es totalmente libre, y además solitaria, al igual que el camino que se suscita. Nadie puede recorrerlo por uno, y la comodidad de poner en otros lo que debe pasar por la experiencia propia queda desterrada desde el principio. Hemos repetido en numerosas ocasiones que la Iniciación, el acceso a una vía de realización espiritual en el seno de la tradición propia de Occidente, es cada vez más difícil pero no imposible. En Sor Juana Inés de la Cruz hemos tenido la oportunidad de glosar la posibilidad de la iniciación solitaria por la influencia directa del Noûs en la copa vacía del corazón del recipiendario, siendo ésta una opción especialmente adecuada a las hembras que por variadas razones no encuentran en el medio en el que viven un camino de realización interna de tipo grupal –como es el caso de la Masonería–, o bien porque tal vía no resulta afín a su naturaleza. Ahora bien, ese sendero carente de compañeros visibles de viaje, tan desarropado y vivido a cielo raso, no está exento de peligros que constantemente ponen trabas e intentan desviar o impedir la efectivización espiritual. La guía infalible de este trayecto debe ser siempre y en cualquier momento la doctrina revelada, la realización del rito interno de la entrega, y el vivirse y vivirlo todo en clave simbólica y mítica, no dejándose engañar por las mil máscaras de los egos que asaltan a cada paso pretendiendo confundir un tramo del trayecto con su fin.


Los solitarios y solitarias que recorren tal itinerario espiritual disponen –además de todo lo referido anteriormente– del programa de enseñanza que mencionábamos más atrás, una didáctica271
publicada con el título de Introducción a la Ciencia Sagrada: Programa Agartha272, en cuyo prefacio se lee:


En el conjunto de sus lecciones y temas se tratan los vehículos herméticos (Alquimia, Aritmosofía, Cábala, Astrología, Simbolismo, Tarot) así como Filosofía, Metafísica, Cosmogonía, Mitología, y de manera particular los símbolos universales y las artes liberales. También se refiere al Arte como forma de ver (poesía, literatura, música, teatro, danza, arquitectura, artes plásticas), a la Historia (sagrada) y a la (auténtica) Ciencia.


Este manual de sabiduría, traducido a un lenguaje comprensible para el ser humano contemporáneo, ayuda a ponerse manos a la obra y hacerse uno con las ideas o energías-fuerza que vehicula de forma gradual y escalonada. Y aunque parezca sorprendente –pues hoy en día todo está perfectamente vigilado–, no hay guardia ni maestro que controle el proceso interno de ascenso por las gradas de la conciencia; para quien trabaja con el Programa Agartha, no hay exámenes de promoción ni expedición de títulos por cursos, no hay carrera en la que se certifiquen ascensos, ni control burocrático o psicológico de ningún tipo. El compromiso es el que adquiere cada cual consigo mismo en su entrega al Conocimiento; no se deben explicaciones a nadie, no hay una superestructura fantasmagórica que dirija los hilos de la conciencia a distancia. El único guía del proceso es el maestro interno, "una energía celeste que se hace en nosotros puesto que en nuestra interioridad existe esa posibilidad".


Quienes laboran con el Agartha son


hombres y mujeres de muchas nacionalidades, personas que viven en distintos países y que entre ellos no se conocen, pero que trabajan unidos por ese vínculo invisible expresado en este manual.


Y esos lazos no son humanos, no obedecen a afinidades particulares, ni a deseos, gustos o modas, sino a la unión en y por un Pensamiento universal y suprahumano. Tal como escribíamos en otra ocasión,


el Programa es, pues, un puente entre lo natural y lo supranatural, entre lo conocido y lo desconocido, entre lo concreto y material y lo sutil y universal, reunido todo ello en la unidad principial del Ser que es la palanca hacia lo totalmente indeterminado e incondicionado de la región de lo Infinito. También podría equipararse a una nave que contiene los elementos y enseres imprescindibles para la ardua y al mismo tiempo excelsa travesía de las aguas. O a un arca que guarda el más preciado de los tesoros. O a una mansión ideal, con muchas estancias, galerías, balcones y terrazas, rodeada de jardines, fuentes, estatuas, glorietas, árboles, flores, animales, setos y bosques frondosos habitados por todas las entidades ctónicas y telúricas que se maridan permanentemente con las angélicas o celestiales, todo ello como símbolo de las diversas envolturas concéntricas de la conciencia.


Y aun nos sugiere la constitución de una academia o centro de enseñanza sin muros, ni bedeles, ni aulas físicas, ni maestros apolillados, ni exámenes de promoción, sino un colegio invisible en el que a través de cada capítulo del tratado de enseñanza se profieren y transmiten los conocimientos libres del tamiz de lo particular y donde los alumnos los reciben y aprehenden en cualquier lugar en que radiquen, ya sea en la cumbre de una montaña, tendidos sobre la arena de la playa, navegando por el ancho mar, adentrándose en la selva, viajando en ferrocarril, o bien estudiando pacientemente en el pequeño gabinete de cada quien ubicado en cualquier edificio de cualquier urbe o población del planeta Tierra
273.


El contenido de esta Introducción a la Ciencia Sagrada se articula en tres módulos que van ofreciendo gradualmente las ayudas y herramientas para el trabajo intelectual, o sea, para el desbastado interno de las asperezas en orden a la purificación del alma, la cual se va tornando semejante al Espíritu, o mejor aún, va recuperando su transparencia de tal manera que es atravesada sin impedimentos por la luz de la Verdad.


En el módulo I se sientan las bases de la enseñanza simbólica y analógica mediante textos que adentran al lector en el corazón del legado de la Tradición Hermética, la cual ha transmitido a los hombres y mujeres de conocimiento de Occidente las ideas perennes y universales de la Cosmogonía, soporte de la experiencia metafísica. De este modo, tras hacer hincapié en la función vehicular, instructora y civilizadora de Hermes-Mercurio sobre todas las tierras bañadas por el Mediterráneo y de clarificar la neta distinción entre lo esotérico y lo exotérico, lo sagrado y lo profano, se suceden acápites en los que se desgranan, nunca de forma analítica sino sintética, los símbolos universales de la Ciencia Sagrada, como son los del círculo, la tríada, la rueda y la cruz, la horizontal y la vertical, el corazón, la montaña y la caverna, la piedra, el templo, el laberinto y el altar, entre otros. Éstos se entretejen con una introducción al Arbol de la Vida Sefirótico, verdadero pantáculo del universo y síntesis de todas las ciencias cosmológicas que es presentado como un soporte fundamental para la comprensión del orden del Cosmos. El Arbol de la Vida es un vehículo mágicoteúrgico por excelencia para todo aquél interesado en la búsqueda interior, y es el promotor del ascenso por la escala de los mundos, lo que es análogo a la apertura de estados de la conciencia aletar
gados en el interior del aprendiz de alquimista que con su ayuda van despertando poco a poco.


Por cierto que la Alquimia es rescatada desde las primeras páginas de este manual como lo que siempre ha sido, la ciencia hermética que atesora las claves para las transmutaciones y transformaciones interiores cuyo sentido esencial y espiritual es ajeno a cualquier especulación o práctica material. De igual modo, se rechaza todo intento de rebajar la Astrología a una rasante descripción del firmamento o a una simple práctica para pronosticar sucesos o acontecimientos influidos por los astros, y se restituye con rigor su sentido más alto, a saber, el de manifestar las proporciones, ritmos y ciclos significativos del universo posibilitando el conocimiento de su trama y urdimbre, el acceso al conocimiento de su constitución interna. Asimismo, en este módulo se ofrecen una serie de biografías sobre personajes míticos de nuestra tradición (Hermes, Hércules, Moisés, Pitágoras, Platón, Isis, las Musas, etc.) que nos introducen en una metahistoria que se proyecta en la historia mítica y cronológica. Son éstos relatos ejemplares que describen el propio proceso interno que está llamado a realizar el iniciado. Todo este primer bloque sienta los fundamentos para la comprensión del significado de la Iniciación y tiene el poder de vehicularla efectivamente, constituyendo un tratado hermético-alquímico-cabalístico cargado de influencias espirituales.


En el módulo II, compuesto de 80 apartados, se empieza a alzar un excelso edificio ideal. Se profundiza en el estudio del Arbol cabalístico y se van estableciendo las correspondencias de cada una de las 10 numeraciones o sefiroth que lo conforman con las diversas ciencias tradicionales y otros códigos simbólicos, además de ofrecer unas nociones sobre la lengua hebrea y su carácter vehicular y de adentrarnos en la rica mitología cabalística. Igualmente, se introducen los conceptos de una geografía e historia sagradas, lo cual abre perspectivas amplísimas de aprehensión del origen, sentido y desarrollo de las civilizaciones y culturas como reflejo de una metahistoria. Se presentan todas las artes liberales practicadas desde la antigüedad como soporte del conocimiento cosmogónico (gramática, lógica, retórica, aritmética, geometría, música y astronomía), y se sigue con la investigación de otros símbolos universales, como por ejemplo el del nivel y la plomada, el compás y la escuadra, la escala, la esvástica, la espada, el simbolismo vegetal y animal, y más. De esta manera se va promoviendo en el lector una visión mágica de la existencia, poniéndoselo en contacto con realidades secretas e invisibles que moran en su interioridad y que modulan y mantienen el orden universal. El nacimiento a este nuevo punto de vista ubica al interesado en una posición central y lo convierte en el protagonista de una aventura fuera de lo común, en la que si son rectas y firmes sus intenciones y están amparadas por la doctrina, se convertirá en un mago y un artista en el verdadero sentido de los términos, es decir, un intermediario entre las energías celestes y telúricas, un conjugador de las dos corrientes cósmicas y un cooperador en la obra creacional.


No podemos dejar de destacar la presentación en este módulo de otro modelo hermético, el juego del Tarot, mandala vivo del Cosmos, despertador de la inteligencia, desvelador de arcanos y ordenador de la conciencia, lo que no tiene nada que ver con el uso profano que se hace de él hoy en día. Por otra parte, a lo largo de todo el Programa, se incorporan unos acápites titulados "Notas" en los cuales, huyendo de la erudición y de cualquier moralina o elucubración, se puntualiza con agudeza la naturaleza espiritual de los trabajos a los que se convoca, los métodos idóneos para efectivizarlos y las prácticas auxiliares, y también se advierte de los riesgos que acechan al aprendiz en el transcurso de sus investigaciones y experiencias (peligros que son tanto internos como provenientes del medio) y acerca de las confusiones en que podría incurrir si no penetra en su núcleo. Sobre todo, dichas notas recuerdan de manera siempre asombrosa, espontánea y con ejemplos cotidianos, que el único fin que persiguen estas labores y esfuerzos es, según hemos repetido en diversas ocasiones, la realización espiritual y la aprehensión de lo que está más allá de la Naturaleza.


El último y dilatado módulo III es como un trampolín para saltar y proyectarse hacia lo alto. La Buena Nueva anunciada y reiterada en las secciones anteriores se potencia y extiende hasta límites insospechados. Si uno se ha ido reconociendo en lo vertido en cada acápite, si las ideas que se desvelan resuenan en el corazón y empiezan a generar un nuevo caudal de visiones y perspectivas, ahora se reafirman y entroncan con un hilo sutil que atraviesa tiempos y geografías y que convoca, a modo de magnífico banquete, a todos los seres que las han penetrado. A lo largo de casi 200 páginas se engarzan una serie de capítulos que dan testimonio de la proyección de la Tradición Hermética en el tiempo cronológico, aunque su origen se sitúe en el no-tiempo o eterno presente, y se constata cómo ese fluido sapiencial transmitido por el dios Hermes ha ido irrigando toda la cuenca mediterránea desde su aparición histórica en el antiguo Egipto, siendo la causa fundacional de la cultura greco-latina, del esplendor de la Alejandría de los primeros siglos de nuestra era y de las nuevas formas que adopta la transmisión de ese mensaje de origen suprahumano durante la Edad Media y el Renacimiento. Igualmente constituye el elixir o la savia que, sin saberlo ya la mayoría de la población, ha hecho posible la pervivencia de nuestra civilización, sorteando todas las dificultades y asechanzas de los oscuros tiempos de la Reforma y Contrarreforma y la descarnada negación de todo valor tradicional de nuestra sociedad mecánico-industrial-tecnológica.


La Introducción a la Ciencia Sagrada se hace eco de una inmensa bibliografía de autores herméticos, pero no repite al pie de la letra el contenido de esas obras y tratados, sino que devuelve una síntesis tras su asimilación intelectual con nuevas e inspiradas palabras. Todos los personajes citados han sido en cada período histórico alentadores de ideas fecundas y generadoras, y aunque no podamos nombrarlos a todos por su inmenso número, es justo mencionar a algunos componentes de esa cadena áurea que el Programa Agartha rescata del olvido, verdaderos protagonistas de la historia sagrada que con su dedicación al estudio e investigación en los ricos y variados modelos herméticos, con su entrega incondicional al reclamo interno de la deidad, la meditación y la oración, y una labor paciente, perseverante, generosa y valiente, han mantenido vivos y han regenerado los conocimientos y saberes perennes de la Tradición de Occidente. Así evocamos a los míticos Hermes Trismegisto, Orfeo, Homero y Hesíodo, a los sabios Pitágoras, Sócrates y Platón, y a filósofos, artistas, alquimistas, médicos, astrólogos, matemáticos, magos, teúrgos, escritores, etc. tales como Cicerón, Varrón, Séneca, Ovidio, Horacio, Virgilio, Apuleyo, Alejandro Magno, César Augusto, Jámblico, Euclides, Eratóstenes, Hiparco de Rodas, Nicómaco de Gerasa, Filón de Alejandría, Apolonio de Tiana, Plutarco de Queronea, Plotino, Porfirio, Asclepigenia, Proclo, Clemente de Alejandría, Orígenes, Dionisio Areopagita, Juliano el Teúrgo, Horapolo, María la Hebrea, Zósimo de Panópolis, Juan Escoto Erígena, Boecio, Alberto Magno, Miguel Psellos, Juan de Salisbury, Teodorico y Bernardo de Chartres, Roger Bacon, Alfonso X el Sabio, Hildegarda de Bingen, Alain de Lille, el Maestro Eckhart, Arnau de Vilanova, Ramón Llull, Moisés de León, Abraham Abulafia, Nicolás Flamel, Hortulano, Basilio Valentín, Dante, Nicolás de Cusa, el Cardenal Bessarion, Giorgi, Ficino, Pico de la Mirándola, Giordano Bruno, Reuchlin, Cornelio Agripa, Guillermo Postel, Paracelso, John Dee, Edmund Spencer, Robert Fludd, Michael Maier, Valentín Andreae, Comenius, Khunrath, y ya en el siglo XX, René Guénon, relación a la cual añadimos en pleno siglo XXI la labor de Federico González en cuanto a la difusión y revitalización de la Tradición Hermética y de las culturas Precolombinas.


Algunos de estos nombres permanecían adormecidos en nuestra memoria por haberlos estudiado en las tristes e incompletas clases de filosofía, historia o matemáticas; otros, aun y su importantísima misión y testimonio, eran unos perfectos desconocidos para nosotros, ya que la historia oficial los había ocultado o simplemente borrado del mapa. Hace muchos siglos que el canto a la Verdad, al Espíritu, al Amor y la Belleza así como la posibilidad de conquistar la Suprema Identidad y la Liberación molesta enormemente y son rechazados de plano, ya sea por incomprensión, ignorancia o por una intencionada aniquilación encabezada por los seres humanos que han querido anteponer sus deseos de grandeza y poder personal a las conquistas espirituales. Muchos de aquellos sabios, hombres y mujeres de ciencia y conocimiento, fueron perseguidos, cuando no difamados, asesinados o arrinconados por personajes vanidosos, orgullosos y mezquinos que ansiaban dominar el mundo. Lo que dichos arrogantes ignoraban es que todos esos varones y hembras que han accedido al Colegio Invisible están vivos, pues la identificación con lo que está más allá de todo condicionamiento y determinación les confiere la inmortalidad, no en tanto que individualidades, sino como miembros del Ser Universal uno y único.


Volviendo a otras facetas presentes en el módulo III del Programa Agartha, destacamos los acápites dedicados a la Ciencia, el Arte, la Magia y la Teúrgia, expuestos tal cual las culturas tradicionales los han entendido siempre, esto es, vinculados a unos principios de orden superior de los que deriva cualquier producción o manifestación secundaria, y diferenciados nítidamente de las confusiones actuales que reducen la ciencia a una acumulación de datos empíricos sobre parcelas cada vez más restringidas de la realidad tangible, y según los cuales el arte no es más que un reflejo de la disminuida, si no enfermiza, mentalidad del ser humano contemporáneo que se inmiscuye en unos procesos de pretendida creación en los que se da rienda suelta a cualquier manía, obsesión, fobia o cursilería. En este ámbito profano, la magia es interpretada como una serie de supersticiones y manipulaciones fenomenológicas para impresionar o dominar a estultos e incautos, y la posibilidad de la Teúrgia es desconocida. El módulo también incluye apartados sintéticos sobre la vigencia y realidad de la Tradición Unánime, corazón del que han surgido todas las ramas tradicionales secundarias incluidas las que siguen vivas en nuestros días. Además, el Programa ofrece una introducción a la tan desconocida, aquí en Occidente, doctrina de los ciclos cósmicos, fundamental para comprender el desarrollo de los cielos, las estrellas, las galaxias y la vida de las humanidades y de los mundos.


A sabiendas de que es mucho, muchísimo, lo que no alcanzamos a expresar de la gran riqueza de conocimientos y posibilidades de aprehensión que aporta esta didáctica, quisiéramos acabar señalando una cuestión fundamental que se plantea y aclara desde la primera página: la neta distinción entre la Iniciación y la adscripción a una vía religiosa con sus dogmas, moral y culto. Lo iniciático pertenece a un orden jerárquicamente superior, y se refiere a la Unidad, la certeza y la Liberación; no se trata de un concurso de méritos para ganar un Paraíso que nunca se alcanza, sino un camino jalonado por la gracia, la revelación y la identidad. La senda religiosa es siempre exotérica y mantiene a los feligreses en una dualidad insalvable; además, nunca es un requisito indispensable ni un paso previo necesario antes de acceder a una vía de Conocimiento, y su fin es limitado ya que no trasciende la salvación individual.


El adepto y la adepta solitarios tienen pues a su disposición en esta Introducción a la Ciencia Sagrada un soporte extraordinario para realizar su viaje espiritual. Si deciden acogerlo y peregrinar con él, un horizonte nuevo se les abrirá ante sí. Deberán mantener la guardia y el coraje constantemente, perseverar con paciencia en su labor ritual día tras día, abrirse a cada instante a la generosidad celeste y legarla en la medida de sus posibilidades con igual desprendimiento; y transformar su vida humana en divina dejando que la Sabiduría fluya a raudales sin ponerle traba alguna. Tarea extraña para los tiempos que corren, pero la única que conduce a la Liberación total.


Epílogo


Hijas de Mnemosine y del resonante Zeus, Musas Piérides, afamadas, gloriosas, muy gratas para los mortales que visitáis, multiformes, generadoras del irreprochable valor que supone toda instrucción. Nutridoras del alma, ordenadoras del pensamiento, soberanas conductoras de la mente vigorosa. Vosotras, que disteis a conocer a los mortales los misterios rituales, Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania, juntamente con la madre Calíope, y la poderosa diosa Hagne. Mas, ea, venid, por favor, para vuestros iniciados, multicolores y castas, aportando una emulación gloriosa, deseada y por muchos celebrada.
(Himnos Orficos. A las Musas)


La Estancia


En esta estancia olvidada del mundo que hemos visitado, se esconde un tesoro de luz. No esperemos encontrar perlas, ni piedras preciosas, ni oro, ni plata, ni cualquier otro metal que precise de iluminación exterior para brillar. Como si de estrellas se tratara, las joyas de este tesoro oculto alumbran con luz propia y expanden desde su seno rayos de Sabiduría. Advirtamos de antemano que el recinto no es de fácil acceso. Difícilmente franqueará su puerta el curioso superficial, el erudito sistemático, el científico racionalista, el fenoménico y prestidigitador, el charlatán embaucador, el defensor de parcialidades, el esteta posmoderno, el terrorista y violento, el tergiversador, manipulador e impostor, es decir, el profano que no reconoce y más bien niega la sacralidad del Universo; y si cualquiera de estas falsas identidades o espectros del mundo moderno traspasara el umbral, retornaría bien pronto sobre sus propios pasos, con una sombra de perplejidad en el rostro, sin haber comprendido apenas nada.


Sólo al limpio de corazón se le abrirá la puerta. Unicamente el adepto, es decir, el que ha recibido el don de la divinidad, accederá verdaderamente a la caverna y reconocerá el valor de las alhajas cubiertas por el polvo del descuido, de la amnesia o del rechazo. Desnudo, vacío de todo prejuicio y en estado virginal, podrá recibir entonces, si es el caso, un destello, una revelación, un despertar al mundo misterioso del símbolo y también un mapa de ruta que le proporcionará las claves para retornar a su verdadera patria, al Origen, a la residencia de la Inmortalidad. Porque las joyas a que nos referimos son eso, símbolos, intermediarios y vehículos portadores de ideas-fuerza, que reflejan auténticamente lo que expresan, y lo que expresan son realidades arquetípicas, modelos o tipos del Principio Supremo. Esta es la razón por la que, si a un nivel los símbolos revelan, en otro velan, y viceversa, mas siempre habrá un punto invisible que no será mencionado, por la propia naturaleza inviolable del Secreto, joya suprema del tesoro.


Libros inspirados, grabados enigmáticos, retratos intemporales, frases de poder, voces silenciadas cuyos ecos retumban contra las paredes del recipiente hermético. Nombres de mujeres acunadas y protegidas en el athanor que de pronto se descubren: Hypatia, Cristina de Pizán, Diótima, Luz, Sor Juana Inés de la Cruz, Asclepigenia, Sabina Stuart de Chevalier, Clea, María la Hebrea, Jeanne de Vivonne, Téano, Mía, Hildegarda de Bingen, Sta. Teresa de Avila, y más hermanas escribas, muchas más, cuyo legado se dejará sentir en la copa del corazón –receptáculo de la intuición intelectual– de todo aquél que se entregue sin reservas a esta aventura de búsqueda, rescate y reunión de lo disperso y simultáneamente a su difusión, para que la Verdad una y única brille en todo su esplendor. Damas gestadas en el seno de la Tradición Hermética, alumbradas por la Sabiduría Perenne y Universal que al manifestarse lo hace adoptando unas formas afines a la cinta del devenir cíclico, a la geografía donde se proyecta y a la naturaleza de los seres humanos a los que se transmite. Mujeres vinculadas a la cadena áurea de iniciados de esta rama de la Tradición Primordial, tocadas por la gracia del Espíritu y que con Inteligencia y Belleza han dejado una huella, por momentos profunda y reconocible, en otros sutil y más escondida, según fuesen las circunstancias contingentes, pero siempre "auténtica" por estar vertebrada en torno al eje que conecta permanentemente lo celeste con lo terrestre y por donde circula la influencia espiritual que posibilita la recuperación de la memoria del Sí mismo y de la Identidad Suprema. Seres extraordinarios por su naturaleza y cualidades, pero sobre todo, por la apertura a la "llamada interior" que les ha permitido recordar su verdadera esencia divina y universal, fuente de la Sabiduría e inspiración de todas sus obras. Sacerdotisas de los Misterios de la antigüedad, reinas y guerreras, poetas o adivinas, matemáticas o filósofas, escritoras o pintoras, astrónomas o alquimistas, así como también diestras artesanas de muchos oficios que se han tomado como soporte de Conocimiento, o bien simples amas de casa que han laborado silentemente. Diversas en funciones, misiones y producciones, pero por encima de todo, amantes al unísono del Conocimiento, obreras del Supremo Arte de conocerse a Sí mismo y consagradas sin reservas a la labor de divinización; arraigadas a su tiempo, mundo, condición, posición, usos y costumbres, pero simultáneamente desapegadas de lo efímero por el soplo del Espíritu que las eleva a las esferas celestes, a los estados de conciencia supraindividuales, preámbulo de la Libertad total. Heroínas –como héroe es también todo varón que se pregunta sinceramente quién es, de dónde viene y a dónde va– que se embarcan en un viaje espiritual, de índole totalmente intelectual, hacia el interior del Ser, para el cual están dispuestas a "dejar todo" y a atravesar, contra viento y marea, todos los embates del mundo intermediario del alma, hasta la llegada final al puerto inmutable del Espíritu.


Si unas se recluyen en templos, conventos, monasterios o talleres y otras lo hacen en bibliotecas o gabinetes de estudio de castillos y palacios, o simplemente se recogen junto a la chimenea de las viviendas, nada de ello es signo de aislamiento, sino que merced a sus magnos esfuerzos intelectuales y a lo concebido por la gracia en el silencio de la meditación e invocación, todas participan desde sus sitiales en una grandiosa labor de autoconocimiento y difusión: las hay que proclaman profundos discursos en las academias, museos, escuelas o hemiciclos; otras que legan el saber en templos o espacios a cubierto de las miradas profanas; no olvidemos tampoco a las que mercadean en medio de las plazas ofreciendo el fruto artesanal de su trabajo, o simplemente las que al calor del hogar transmiten oralmente los saberes ancestrales a sus hijos; pero eso sí, encarnando cada una el testimonio vivo de la herencia recibida y simultáneamente legándolo a su descendencia espiritual. Sus soportes rituales son los que ha usado la humanidad entera desde tiempos inmemoriales: la práctica del Arte y de la Ciencia Sagrada; por su intermedio se vehicula la enseñanza, ya sea a través de la palabra o por la escritura, con el soporte del módulo numérico, la música, el canto, el teatro, la danza o mediante la práctica de un oficio, de una tarea cotidiana, de un juego, o del ejercicio de las artes plásticas, gestuales y manuales.


Son reconocidas o repudiadas, veneradas por su saber o desprestigiadas, ensalzadas, asesinadas o simplemente ignoradas. Todo se da en la trama de la historia sagrada, esto es de las ideas, para vivificar el mensaje del "Uno sin segundo". La forma constituye sólo un apoyo, por momentos amable, por otros terrible, mas lo único que pervive es la conquista del Graal que contiene el Elixir de la Inmortalidad. Y quien conoce este secreto es el que ha realizado en sí todas las nupcias de los aparentes opuestos y complementarios, aquél que traspasando lo sexuado, reconoce el andrógino que nunca dejó de ser, es decir, el ser humano –sea hembra o varón– que ha experimentado en y con la conciencia todas las transmutaciones del mundo intermediario del alma y finalmente se ha entregado a la transformación, liberándose de toda limitación, y fusionándose con el Misterio Infinito.


Además, al abrir los arcones de la estancia nos hemos encontrado con montañas de pequeñas estrellas, es decir, de millares de mujeres anónimas que han transitado por los senderos de la civilización occidental, nacida del mensaje revelado por el dios Hermes. Hay una historia popular no escrita en papel, pero sí grabada en el corazón de la cultura; un rastro sutil de seres que se han sumado desde su condición femenina y según sus cualidades y posición a la edificación de la concordia universal, labor que aunque silente e ignorada por la oficialidad ha sido y es del todo necesaria. A esta vida secreta, que es signo de la comprensión de la relatividad del ser particular respecto de la única realidad del Principio –hecho por el cual el ser humano de mentalidad tradicional otorga tan poca importancia a la individualidad–, queremos destinar ahora unas líneas. Dos son las funciones que a modo de piedras de fundamento de una civilización han desempeñado la inmensa mayoría de mujeres, sea cual fuere el puesto que ocuparan en el seno de dicha cultura: por un lado, el cuidado del hogar; del otro, la gestación y crianza de los hijos, aspectos ambos que por pura ignorancia han caído en el desprestigio y la mala interpretación desde hace ya unos siglos274, pero que en sí son totalmente simbólicos, trascendentes y susceptibles de numerosas correspondencias analógicas con los estados del Ser Universal. La plena vivencia consciente de estas tareas constituye un soporte ritual inestimable para la mujer de cualquier tiempo y condición que desee conocerse y trascender los límites de la individualidad; mas para ello es preciso disponer de unas claves que restituyan su sentido real y liberador. La Tradición es quien otorga estas llaves, despertando en el ser que a ella se afilia una visión sagrada, según la cual todas las expresiones de la vida de un mundo, de una civilización, de una cultura, sociedad o individualidad son reflejo de la realidad de un Ser invisible, que paradójicamente es su origen y razón de ser. Es por la verdadera experiencia de lo que estamos diciendo que se irá operando la alquimia espiritual en el corazón de la adepta adscrita, al nivel que fuere, a una vía de Conocimiento.


La mujer es el centro y la copa de la cabaña, de la casa, de la granja, del monasterio, del convento, del castillo, del palacio o del templo y éste es su dominio. En él mantiene el orden y la armonía, alimenta y vivifica permanentemente su fuego275, organiza el espacio, distribuye las tareas en el tiempo, administra los bienes y regula la economía, vigila por el bienestar general de todos los que viven en su interior y realiza o encarga con destreza una serie de tareas muy diversas destinadas a cubrir las necesidades básicas de todos los suyos, como son la alimentación, la higiene, el vestuario y la salud. Cada tarea doméstica tiene un alto valor simbólico que se puede desvelar traspasando su apariencia.


Otro gran soporte para la realización interior o espiritual de la mujer le viene dado por su propia naturaleza, por la sutil arquitectura de su organismo y las funciones que le son consubstanciales y exclusivas. Aún y con los esfuerzos del ser humano actual por alterar el orden natural, la hembra es la única que alberga en su seno una cámara vacía, la matriz, apta para la fecundación y capaz de concebir, gestar y alumbrar un nuevo ser, el cual, una vez nacido, es nutrido por la propia leche de la madre. La maternidad y la crianza siempre han tenido en toda civilización tradicional una gran carga simbólica y han sido susceptibles de numerosas correspondencias analógicas con el proceso de vida-muerte-regeneración inherente a la cosmogonía. Esta alquimia, unida al arte de la mayéutica aplicado por las comadronas, y a la transmisión de los primeros hábitos y saberes a la prole a través de los cuentos, leyendas, refranes, canciones, juegos, etc., era de desempeño exclusivo femenino, y todo ello –aunque silencioso y con escasa repercusión en los libros de crónicas que se han tomado como referencia para explicar el desarrollo de una civilización–, reviste una importancia fundamental y trascendental. Cada nave tiene su patrón, el cual maneja una serie de recursos para realizar la travesía de las aguas y posibilitar así la arribada al puerto de destino. La mujer de espíritu tradicional, tomándose a sí misma –a su materia prima– como soporte, y ayudándose de los soportes cotidianos, puede aprender a deletrear en el gran Libro de la Vida, después a leer y finalmente a escribir en él con letras invisibles. Muchas de estas féminas anónimas –gracias a una comprensión directa, a un acompasamiento y fusión con el misterio que se expresa en toda la manifestación y por tanto en sí mismas– han sido engarces inestimables de la cadena del ser y su callada misión ha contribuido y contribuye al mantenimiento del mundo.


A partir de aquí sólo un paso nos separa de la experiencia de que todas las formas vivientes no son más que variaciones sobre un solo tema: de que todos nosotros no somos más que un solo ser que hace la misma cosa, aunque de todas las maneras posibles276.


Con alegría descubrimos que en este recinto sagrado ya penden innumerables varones insignes277 acompañan a las mujeres, hombres que han sido y son el canto vivo de la enseñanza esotérica, interior y esencial; verdaderos sabios, maestros, hierofantes, magos y teúrgos de la Ciencia Sagrada y del Arte Real a través de los cuales se ha ido transmitiendo de generación en generación la imperecedera Sabiduría divina, y al mismo tiempo, compañeros inseparables de las damas que hemos evocado.


La gran matriz de la Tradición Hermética ha gestado en su seno niños alquímicos, seres andróginos o modelos arquetípicos del uno, que en su primer alumbramiento, esto es, al nacer al estado humano habían adoptado una apariencia sexuada, macho o hem-bra; pero que por el soplo del espíritu oyeron el reclamo interior y despertaron a la intuición de la senda que les restituiría su verdadera esencia no dual –lo que se conoce como un segundo nacimiento– emprendiendo entonces un extraordinario viaje con el Pensamiento, una alquimia espiritual hecha de constantes combinaciones de opuestos y complementarios que se transmutan y armonizan permanentemente en el justo centro señalado por el fiel de la balanza cósmica, ascendiendo simultáneamente por la escala vertical del eje del mundo que culmina en la salida por la puerta estrecha, y el reposo absoluto de la Identidad Suprema. Tal es la vía de los Misterios pisada desde tiempos inmemoriales por los iluminados e iluminadas que tocados por la gracia abandonaron las raíces terrestres para volar por las esferas acuosas, aéreas e ígneas, hasta traspasar el último velo que da acceso a la región suprema de la Metafísica.


Todos los iniciados e iniciadas que se han lanzado con coraje, confianza y generosidad a la conquista y realización espiritual han laborado siempre al unísono, cooperando conscientemente en la edificación del "Santo Palacio" interior, sin que ninguna traza de disputa o competencia entre ellos enturbiara sus trabajos intelectuales; y si acaso la hubo, tal lucha no es más que el desequilibrio aparente de las partes que contribuye a la armonía del Todo. Los adeptos y adeptas leen todo en clave simbólica, secreta, y por doquier han reconocido su unión por el lazo indestructible del Amor. Voces matizadas de una misma melodía que por momentos cantan juntas, por otros se alternan, se solapan, se interrogan, se responden, se fusionan; tan pronto expanden las notas a viva voz como su canto se torna susurro, o bien despunta una voz cristalina sobre un suave rumor de fondo, componiendo todo ello un único verso que canta la partitura expresable de lo inexpresable.


Y si bien la huella del iniciado varón ha sido por momentos más luminosa, expansiva, activa o positiva (lo cual es afín a la naturaleza masculina), y la tarea de las mujeres ha tomado un matiz más receptivo, oscuro, pasivo y contractivo (que está en consonancia con el arquetipo femenino que ellas encarnan) nada de ello es signo de una dualidad insalvable, sino que se trata del reflejo de la complementariedad a un nivel, cuyo origen y resolución reside en la unidad, en cualquiera de los órdenes de la existencia en que ésta se manifieste. No negaremos que la difusión del mensaje tradicional encabezada por los hombres ha sido más visible e influyente exteriormente, e incluso que en algunas épocas de la historia resulta menos difícil seguir la pista de sus contribuciones a través de sus escritos, documentos, libros, grabados, o bien por la proyección cultural, social y científica de sus labores, sobre todo cuanto más cerca nos situemos del momento presente, lo cual no obsta el que muchos de ellos hayan sido vilmente perseguidos y exterminados por difundir a los cuatro vientos las ideas emanadas de la Verdad. La negación e inversión de la doctrina tradicional por parte de la inmensa mayoría de la humanidad decadente de los tiempos finales de este ciclo cósmico es cada vez más acentuada y grotesca, al tiempo que los medios y esfuerzos movilizados para silenciarla han tomado un cariz más brutal y espantoso. Estas dificultades con las que han topado los adeptos masculinos, fruto de la ignorancia y negación generalizada respecto de la sacralidad del universo entero, también han sido padecidas por las damas iniciadas, pero a éstas se les añaden otros obstáculos de índole moral, costumbrista, social, psicológica, religiosa, etc., que han agravado su situación y las han relegado y hasta casi privado de la oportunidad de emprender el viaje espiritual. Las mujeres interesadas por el Conocimiento lo han tenido aparentemente más crudo que sus compañeros, pero los testimonios que hemos rescatado nos muestran que la posibilidad siempre ha estado y está abierta para quien busca con sinceridad de corazón, sea mujer o varón.


En el centro de la estancia se proclama:


La Verdad os hará libres.


Desde la inmutabilidad de este enclave hemos viajado por todos los mundos en pos de tal divisa.


Notas

255 En el libro de Federico González Las Utopías Renacentistas: Esoterismo y Símbolo, hay todo un capítulo dedicado a la presencia, función y misión de la mujer en ese género que se inauguró en el Renacimiento, la Utopía, que simboliza ese ámbito interno de la conciencia, mundo de mundos, donde simultáneamente se revela la deidad y el ser humano se diviniza (sin distinción de sexos). (Retorno al texto)

256 Federico González. "La mujer y las utopías del Renacimiento". SYMBOLOS Nº 27-28, op. cit., pág. 18-19. (R)

257 Federico González. Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon. Muñoz Moya editores. Sevilla, 2000, pág. 72. (R)

258 Empero, y valga la paradoja, no se encuentran en lucha entre sí, sino contra sus propios fantasmas impíos. (R)

259Además, en las filas de estos manipuladores está arraigada la convicción que en Occidente la mujer sólo puede acceder a la iniciación a través de la vía religiosa, otorgando a ésta unas cualidades y funciones que nunca ha tenido ni podrá tener, con lo cual cierran a las féminas el acceso a cualquier posibilidad verdaderamente iniciática. En el caso del Islam desviado e invertido, la mujer no sólo no tiene ninguna posibilidad de realización espiritual sino que los más elementales derechos le son negados, y en cambio, debe someterse sin rechistar a todos los deberes impuestos por el fanatismo y la ignorancia de sus varones. (R)

260 René Guénon. El Reino de la Cantidad y los signos de los tiempos. Editorial Ayuso, Madrid, 1976. Capítulo XXXVIII. (R)

261 Una ojeada a la bibliografía de nuestra obra nos puede dar una primera aproximación a algunas de las editoriales a que nos referimos, aunque por supuesto hay muchas más. (R)

262 SYMBOLOS Nº 1. "Editorial". Guatemala, 1991. (R)

263 Valorizamos grandemente la oportunidad de publicar trabajos escritos por mujeres desde el portal de SYMBOLOS, puesto que ello testimonia la labor conjunta de hembras y varones en pos de la difusión del Conocimiento, el cual, por ser universal, no está vetado a ningún ser humano ni es exclusivo de una parte de la humanidad. Otra cosa es lo que entienden ciertos grupos tradicionalistas, pseudo-iniciáticos o religiosos fanatizados dentro de los cuales se niegan o limitan las capacidades de las mujeres y las de sus posibilidades de realización interior, manteniéndoselas en un estado de sumisión o anulación, o bien ubicándolas en una senda que no las conducirá más allá del conocimiento de su individualidad, acrecentando con ello las rivalidades, las luchas, los enfrentamientos y las ansias de dominio de un sexo sobre otro. (R)

264 http://symbolos.com (R)

265 F. González. En el vientre de la ballena. Textos alquímicos. Ed. Obelisco. Barcelona, 1990. (R)

266 Id. El Tarot de los Cabalistas. Vehículo mágico. Ed. Kier. Buenos Aires, 1993. (R)

267 El Simbolismo Precolombino. Cosmovisión de las culturas arcaicas. Ed. Kier. Buenos Aires, 2003. (R)

268 Ed. Muñoz Moya. Sevilla, 2000. (R)

269 Ed. Kier, Buenos Aires, 2001. (R)

270 Ed. Kier, Buenos Aires, 2004. (R)

271 La autoría del manual corresponde a Federico González y a un grupo de colaboradores, pero "es imprescindible entender esto: si se firma la propiedad intelectual de este tratado que emite destellos del Pensamiento de la deidad no es porque el transcriptor humano crea haber inventado ni una sola de sus palabras o ideas, sino porque haciéndose eco de ese mensaje suprahumano, lo imprime con palabras para transmitirlo, preservándolo, al hacerlo como una caña hueca, ante cualquier intento de distorsión en los tiempos que nos ha tocado vivir, en los que campa a sus anchas una visión totalmente profana y descarnada y donde la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos movidos por la ambición, el fanatismo y la ignorancia, intentan usurpar, plagiar y hasta torcer e invertir lo que queda de auténticamente sagrado en su cultura o civilización. El ser humano de espíritu tradicional jamás se ha instituido propietario de la Ciencia Sagrada o de la Vía Simbólica; lo que ha hecho es reconocer los códigos, ritmos, proporciones, analogías y correspondencias de ese misterioso despliegue del Ser Universal que es el símbolo por excelencia del No-Ser o realidad metafísica. Si Pitágoras, Platón, Proclo o Ficino fundaron y vivificaron escuelas de pensamiento o academias, si establecieron centros espirituales, si reactualizaron cada uno en su tiempo el mensaje de la Filosofía Perenne y fueron reconocidos por sus seguidores o discípulos como símbolos del Principio y maestros o hierofantes del sagrado arte de conocerse a sí mismo, no fue por sus méritos individuales, ni por un egocentrismo o deseo de culto idolátrico hacia su persona, sino porque cambiaron su vida humana en divina, es decir, porque no pusieron impedimento alguno a la 'audición' intelectual, interna, certera y directa de ese discurso que nace del Ser, de la Mente divina, del Principio. Ello les configuró como portavoces fidedignos del mensaje eterno, el cual difundieron y legaron a sus descendientes, a ese círculo de iniciados e iniciadas que más allá de los lazos de sangre o humanos se ha prolongado sin interrupción hasta hoy". "Manifiesto sobre el Programa Agartha". SYMBOLOS Nº 29-30: Celebraciones. Barcelona, 2005. (R)

272 Revista SYMBOLOS Nº 25-26. Barcelona, 2003; también en internet, http://introduccionalsimbolismo.com. (R)

273 "Manifiesto sobre el Programa Agartha". SYMBOLOS 29-30, op. cit., pág. 60-61. (R)

274 En cierto sentido es comprensible que en los últimos tiempos no se hayan valorizado estas posibilidades de realización interior por parte de muchas féminas, sobre todo a partir del Renacimiento, momento en el que en Occidente se corta el vínculo con el Principio de orden espiritual y la mujer experimenta una exclusión de su ser en el mundo, quedando relegada por la fuerza al hogar y sometida al dominio ignorante del varón. Es entonces cuando todas sus labores pierden aparentemente su función simbólica y, más que un soporte de realización interior, devienen una fuente de esclavitud e ignorancia. Otra cosa es el fenómeno al que asistimos actualmente, fruto si cabe de una incomprensión todavía más grande del ser humano contemporáneo, en el que la mujer irrumpe con fuerza en todos los ámbitos de la sociedad y asume el rol de la super-woman que cree poder gobernar el mundo sin el concurso de su complementario. (R)

275 Alimentar y velar por el fuego de la casa es coadyuvar a mantener viva la conciencia del Espíritu, fuente y origen de toda la existencia universal. (R)

276 A. Watts. El Gran Mandala. Ed. Kairós. Barcelona, 1992, pág. 108. (R)

277 En este sentido, recomendamos la lectura y estudio del libro Hermetismo y Masonería: Doctrina, historia, actualidad de Federico González (Ed. Kier, Buenos Aires, 2001) en el que figura una muy completa genealogía de la Escuela de Pitágoras y la Academia de Platón, así como también la referencia, apuntes biográficos, obras e influencia de muchos otros adeptos de la Tradición Hermética –desde sus orígenes míticos hasta la actualidad–, seres todos ellos conocedores del justo sentido de la individualidad humana como aquel estado del Ser desde el que se puede emprender el conocimiento del Sí mismo. (R)